Uno de los temas que más nos preocupan tanto a familias como a las educadoras de nuestros niños y niñas de 0 a 3 años son los mordiscos. Cuando vuestro/a hijo/a muerde a los compañeros nos sentimos frustrados y nos enfadamos sin entender el porqué de la situación y sin saber cómo solventarla.
Para poder trabajar con nuestros peques de forma coherente y eficaz es importante que primero comprendamos lo que están sintiendo.
Para los niños de meses hasta los tres años, su boca es una fuente muy importante de conocimiento, expresión y aprendizaje. Se encuentran en un estadio evolutivo en el que la boca le hace conocer el mundo que le rodea. A través de su boca, además de comer, beber, emitir sonidos y besar; también aprende y expresa las emociones que siente.
Como ya sabemos cada niño/a es un mundo, y tiene unas características, y debemos respetar su forma de ser, entenderle y ayudarle en la gestión de conductas conflictivas.
No todos los niños y niñas utilizan la boca para aprender y expresar con la misma intensidad ni durante el mismo tiempo. Un bebé puede no mostrar mucho interés en llevarse las cosas a la boca y seguir así durante el primer año de edad, y otro bebé, en cambio, puede chupetear todo lo que toca y encuentra a su paso y, a partir del año, hacerlo con mucha menos intensidad.
Hay niños/as que son muy orales y, tanto con un año como con dos o tres años, la boca les sigue resultando un medio significativo de conocimiento y de relación con el entorno.
Los/as niños/as que muerden no lo están haciendo con mala intención, sino que en un primer momento está reaccionando de forma espontánea ante una situación. Del adulto depende que el niño/a aprenda que esa conducta es apropiada para conseguir aquello que quiere o si, por el contrario, es algo que no le gusta a nadie y que no tiene sentido hacerlo.
Debemos tener en cuenta que cuando un niño/a muerde lo está haciendo para expresar una emoción. Ya sea enfado, celos, frustración miedo o incluso alegría en algunas ocasiones.
No obstante, actúa llevado por sus impulsos, sin saber bien la reacción.
Es responsabilidad del adulto guiar al niño/a para que aprenda a expresar y gestionar sus emociones y su frustración, de manera que no genere malestar en él y en quienes están con él. También es muy importante guiarle sin dañar su autoestima, y sin castigarle o amenazarle.
Es muy importante tener en cuenta que el niño o niña que muerde a sus compañeros en clase o a sus hermanos en casa NO es malo, conflictivo o agresivo. Es simplemente un niño/a que se está comunicando, sin utilizar el lenguaje, ya que a estas edades no todos dominan el uso del lenguaje.
También puede ser debido a la aparición de dientes o muelas que le provocan malestar y rabia. Pensad como adultos lo que duele un dolor de muelas.
Otro de los motivos por los que pueden aparecer los mordiscos es porque el niño/a se sienta inseguro en algún momento y muerda a los demás compañeros. Es posible que suceda en el periodo de adaptación, ya que muchos niños todavía no se han relacionado con otros niños de su edad y usan el mordisco como mecanismo de defensa.
Algunas pautas para llevar estas situaciones:
El niño/a está sintiendo una emoción que no sabe canalizar, ayudémosle a ello en lugar de castigarle. No lo castiguéis por morder, pues aumentará todavía más su malestar interior. El castigo solo le ofrecerá bloqueo, y no le mostrará ninguna alternativa sanadora que le sirva de válvula de escape.
Es importante atender al niño/a con caricias, tono suave, besos curativos y centrar la atención en lo positivo.
No centrar la atención exclusivamente en lo que se hace mal. Muchas veces los niños/as tienen conductas negativas porque es la única manera de que les hagan caso. Cuando este tipo de conductas aparezcan deben saber que eso no está bien, pero debemos aprovechar también cuando el niño/a haga las cosas bien para fortalecer su autoestima y potenciar las conductas positivas.
Hay niños/as muy sensibles, y que se pueden sentir muy mal cuando ven que no son aceptados, por eso, debemos hacerles sentir seguros y queridos, y que vean que lo que no aceptamos es la conducta de morder, pero que a ellos/as les queremos mucho, aunque a veces hagan cosas que no están bien.
Un recurso para ayudar en estos momentos son los cuentos. Con los cuentos podemos transmitir el mensaje que queramos de manera no directa y sin hacer sentir al niño atacado.
Algunos de estos cuentos son:
“Los pequeños dinos no muerden”
“Los dientes no son para morder”,
“No muerdas, Dudú”
Recordad que los cuentos siempre tienen que estar adaptados a su edad. Es importante que los cuentos los acompañéis con lenguaje gestual y con imágenes.
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